3 oct 2010

Felizmente infiel


Leía el otro día en La Vanguardia un extenso artículo sobre el éxito de un web para adúlteros que arrasa en Francia. Se trata de Gleeden, un sitio de contactos orientado a personas casadas o en pareja estable que buscan aventuras extramatrimoniales.
¡Ay, la infidelidad..! Siempre ha sido un tema polémico. Es curioso que una práctica tan extendida, siga suscitando tanta controversia.
La página en cuestión pertenece a una empresa americana, que ha elegido Europa para su lanzamiento. Y en Francia, donde la infidelidad está bastante aceptada e incluso en ciertos sectores está considerada como algo chic, está teniendo un éxito sin precedentes. Es del dominio público, por ejemplo, que el presidente Francoise Mitterrand tuvo una amante durante casi toda su vida. Todo el país, familia incluida, era conocedor de este dato. Al parecer la señora en cuestión vivía cerca del Eliseo, para facilitar los encuentros, e incluso acompañaba a la familia Miterrand de cuando salían de vacaciones. Todo muy civilizado y cool, como se dice ahora.
A partir del año que viene Gleeden entrará en el mercado USA, donde son mucho más puritanos para estas cuestiones. Puritanos, que no quiere decir que sean mancos... El gran actor Paul Newman estaba felizmente casado con la gran actriz Joanne Woodward. Ambos conformaba una de las parejas estables más admiradas y respetadas de Hollywood. Newman no se cansaba de decir que para qué iba a ir a tontear comiendo hamburguesas fuera cuando tenía filete en casa. Hace algún tiempo apareció una biografía del astro en la que se daba un repaso a su agitada vida erótica durante su matrimonio, haciéndo especial incapié en una relación que mantuvo durante años con una periodista que respondía al apellido de Bacon. La broma estaba servida: Newman no comía hamburguesas fuera de casa, comía bacon.
Según los antropólogos la fidelidad es una cuestión puramente cultural que nos ha sido vendida durante años, durante milenios, como una verdad absoluta, sobretodo por cuestiones religiosas. Cómo siempre, la realidad es muy diferente. La mayoría de los hombres que conozco (entre los que me incluyo) y algunas de las mujeres, son/somos infieles. Y digo yo: ¿si la realidad es esta, no sería mejor intentar aceptarla en lugar de estar pidiendo utopías?
De acuerdo, aceptar que nuestra pareja nos es o nos va a ser infiel no es fácil; es un gran acto de madurez. Cuando nos enamoramos todos, servidor incluido, creemos y deseamos que aquello va a durar para siempre y que vamos a estar comiendo perdices hasta el fin de nuestros días. Mis más sinceras felicitaciones a los que lo consigan. Pero mi experiencia personal, familiar y lo que veo a mi alrededor me dice que las cosas no van por esos derroteros.
Colette la escritora francesas de principios del siglo XX, harta de que sus primeros tres maridos le fueran infieles, decidió asumir la naturaleza humana y le dijo a su cuarto esposo: engáñame pero no me traiciones. Asumo como propia dicha filosofía. Por que entiendo y acepto la infidelidad sexual, pero no la emocional, que Colette define como traición.
Es por eso que uno de los datos que más me sorprende de los que aparecen en el artículo es que la mayoría de los adúlteros que se apuntan a Gleeden lo que buscan es una relación estable con otra persona fuera de su ámbito familiar. No buscan un rollete sexual, un escarceo erótico y esporádico, no. Buscan un/a amante. Eso es lo que a mi me cuesta más de entender. Puedo separar el sexo del amor. Puedo mantener una relación puramente sexual, algo que sea diferente y novedoso respecto a lo que me ofrece mi pareja sin implicar sentimientos. Vamos, un quítame allá esas pajas. En cuanto se implican sentimentos y buscan alicientes emocionales, me parece desleal, la verdad. Y lo de que esas cosas surgen, no cuela. Para enamoriscarse uno a de estar predispuesto.
Las páginas de contactos han incrementado exponencialmente las posibilidades de ligue, y por lo tanto las de infidelidad. Internet se ha convertido en una especie de fast food de contactos, lo cual no es sinónimo de éxito asegurado. Soy asiduo de dos webs de contactos y un porcentaje muy alto de los tíos con los que chateo tiene novio/a o están casados (con hombres o con mujeres). Pero lo que realmente me sorprende es que la mayoría de ellos buscan “aventuras románticas”. La traición de la que hablaba Collete. O un fraude, tanto para mí, que si me dejo llevar voy a salir trasquilado, como para la pareja del susodicho. La verdad es que uno se pregunta muchas veces que para qué están algunos en pareja. Los heterosexuales siempre ponen a los hijos como excusa. ¿Pero los gays?
Antes a los casados me los quitaba de encima de un sopapo, pero con los años me voy haciendo más comprensivo con las debilidades ajenas. Y con las propias también y pienso que cada palo aguante su vela. Me he convertido en una especie todo terreno del amor. Si el tío en cuestión me pone lo suficiente y le va el rollo románticón, padelante. Que es de esos que casi ni te saluda y prefiere ni hablar mientras follamos (ni después), pues perfecto. Ahora a los únicos a los que no contesto son a los que no tienen foto de cara. Como digo en mi perfil, me gusta estar en igualdad de condiciones.
De todas formas, y dicho lo dicho, que cada cual, individuo o pareja, se lo monte como buenamente pueda. Y no, por el Gleeden no me busquéis que no me encontaréis. Me adapto a lo que surge, pero cada vez valoro más las cosas sencillas y a las personas ecuánimes, para un polvo, para un café o para compartir unos meses (lo de compartir la vida a estas alturas, ni me lo planteo).

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