3 oct 2010

¿De qué te quejas, pringao?





¿Odias tu curro?

Cuando regreses a casa después de una dura jornada de trabajo, de aquellas jodidas de verdad en la que hasta la señora de la limpieza se las ha ingeniado para complicártela, detente en una farmacia y compra un termómetro rectal de Johnsons & Johnsons. Asegúrate de que sea de esa marca. Cuando llegues a tu casa cierra la puerta y las cortinas y desconecta el teléfono para que no te molesten. Ponte ropa cómoda y siéntate en tu sillón favorito. Abre el embalaje, saca el termómetro y, con cuidado, ponlo sobre una mesa o una superficie de la que no se pueda caer.
Saca las instrucciones de la caja y lee con atención. Hacia el final del prospecto encontrarás una frase escrita en letra pequeña que dice:

Todos los termómetros rectales hechos por Johnsons & Johnsons son personalmente probados y luego esterilizados
Ahora, cierra tus ojos y repite en voz alta 'Soy feliz por no trabajar en control de calidad de Johnson & Johnson'.
Recuerda, si no sonreíste eres un amargado y Deberías ir a trabajar como probador de termómetros!

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