22 sept 2010

¿A alguien le cae bien Javier Bardem?



No conozco a nadie que le caiga bien Javier Bardem. La verdad es que esa antipatía que despierta se extiende como la gripe en invierno y se la tiene ganada a pulso.
Estos días ha estado en San Sebastián para presentar Come, reza, ama... y caga (al parecer la película es un truño de cuidado). Los vetos y condiciones que el actor español ha impuesto en las ruedas de prensa y entrevistas de promoción van mucho más allá de lo razonable. Incluso han sido mucho más restrictivas y caprichosas que las impuestas por su compañera de reparto y protagonista de la película, la mega estrella Julia Roberts.
Corren por Barcelona algunas anécdotas atribuidas al actor español durante los rodajes de Vicky Cristina Barcelona y Biutiful que dan fe de su mala educación y falta de humildad. Es muy posible que algunas de ellas sean meros bulos, pero otras tienen toda la pinta de ser verdad, como cuando, al parecer, montó en cólera en un restaurante donde cenaba porque una pareja se le acercó para pedirle un autógrafo.
No es la primera vez que se comporta así ni es España el único país donde da rienda suelta a sus caprichos de estrella engreida. En Japón, en Inglaterra y en Alemania ha tenido también sus más y sus menos con los medios de comunicación. Incluso ha contagiado sus malas maneras a su querida Pe, su flamante esposa. Cuando ésta era pareja de Tom Cruise y Matthew McConaughey se mostraba mucho más cercana y accesible. Desde que está con Bardem, no concede entrevistas ni quiere saber nada de la prensa que le ha ayudado a convertirse en lo que es en la actualidad.
Bardem se escuda en el mismo cansino argumento de siempre: que lo suyo es la actuación y que eso no tiene nada que ver con convertirse en una persona pública. Personalmente detesto a la gente inconsecuente. Si lo que te interesa verdaderamente es la interpretación y quieres pasar desapercibido y que nadie te moleste, te haces actor en una compañía de teatro de provincias y punto y no te metes en superproducciones americanas. Si juegas a actor de Hollywood, asume que vas a hacerte un personaje conocido.

Cuenta el prestigioso crítico cinematográfico Jaume Figueras en su libro de memorias que por norma general resulta mucho más fácil entrevistar y tratar a grandes estrellas de Hollywood que a los actores patrios. Vamos que Brad Pitt se muestra mucho más natural y educado que Maribel Verdú. Mi amigo Ramón, que trabaja en una emisora de radio musical de ámbito nacional y ha entrevistado a muchos cantantes y grupos tanto del país como internacionales, confirma lo dicho por Figueras: en el tú a tú, los artistas de éxito mundial suelen mostrarse más normales que los grupos de aquí. Él tiene la teoría de que todo se debería al complejo de inferioridad que tendríamos los españoles arraigado en nuestros genes. Nuestra falta de confianza nos empujaría a dar la nota para sentirnos importantes. En otros lares menos acomplejados asumirían su papel de estrella de manera más natural. Puede ser que haya algo de cierto en todo eso, aunque yo no sería tan simplista. Seguro que también hay egos, engreimientos, celos, falta de profesionalidad y prepotencia, entre otras cosas. Y tampoco se puede generalizar; no todos los actores y cantantes patrios son unos impresentables.
-Y los peores de todo, los que van de buen rollito-, me sigue diciendo Ramón.
Detesta especialmente a Bebe, a la que me define como cretina. Pero la entrevista en la que peor lo pasó en su vida fue una que tuvo que hacerle a Las Niñas, aquel trío de chicas sevillanas de éxito efímero.
-Es la única vez en mi vida que se me han saltado las lágrimas de rabia y de impotencia por cuestiones laborales.
¿Quien se acuerda ahora de ellas?

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