18 ago 2011

Hasta en la sopa

Si es que cuando uno es creativo, es creativo en todos lados. Incluso en el súper.
Ayer a última hora envié a mi querido Demetrius a por algo de fruta para cenar y un brick de leche para el cortado del desayuno. Fruta y leche, sencillo, ¿no? La verdad es que no se de qué me sorprendo. Dejar a Demetrius suelto en un súpermercado es más peligroso que soltar a Imelda Marcos en el outlet de Charles Jourdan.
Volvió al cabo de una hora con un par de bolsas repletas de viandas que en ese momento consideró imprescindibles en cualquier hogar que se precie. Lo de los Burmar Flash me hizo gracia. Lo de la harina de mandioca (por si algún día hacemos panqueques ¿¿??), vale. Las tres botellas de limonada de marcas diferentes, de acuerdo. E incluso me mostré comprensivo cuando sacó media docena de kefirs de aspecto repulsivo y que irán directos a la basura tal como han entrado en la nevera dentro de unos meses. Cuando le pregunté por la leche se llevó la mano a la frente y se disculpó.
-¡Ostras, la leche! Es verdad, lo siento. Pero mira que he traído-, añadió pizpireto mientras rebuscaba en el fondo de la bolsa reutilizable. Entonces sacó esto.


Debo admitir que la capacidad de sorprenderme que tiene Demetrius parece inagotable. Supongo que ese es uno de sus atractivos.
-¿Es cachondo, verdad?-, comentó entusiasmado.
A mi me pareció de una vulgaridad insufrible y fuera absolutamente de lugar en mi cocina de diseño. Pero no se lo comenté, a fin de cuenta tampoco lo iba a entender.
-¿No querrás que moje el croisant en eso para desayunar?- pregunté indignado.
-A ver si está bueno-, añadió sin hacerme mucho caso mientras servía dos tazas.
La verdad es que a veces esto de la mercadotécnia se me escapa. ¿Realmente un gazpacho se va a vender más si lleva asociada la imagen de un personaje como Bertín Osborne? Sí, vale, en el caso de Demetrius funcionó. Pero Demetrius es un shopaholic de productos de alimentación. Hace un par de meses se presentó con una botella de Licor Naranjito de esas con forma de Península Ibérica (no me preguntéis de donde la sacó). ¡Y pretendía que nos la bebiéramos! En fin, volviéndo a lo nuestro, nosotros no somos público objetivo de ese producto (al gazpacho me refiero). Este artículo va destinado al ama de casa de toda la vida. Esa que se estremecía cuando Bertín Osborne cantaba aquello de Buenas noches, señora, buenas noches, señora. ¡Hasta la vistaaaaa!
Es habitual que los actores y cantantes cedan su imagen a marcas comerciales. Scarlett Johannson anuncia Moet y Mango. A George Clonney le va Nesspreso y Hugh Laurie (Dr. House) y Uma Thurman se ponen cachondos anunciando Schweppes (seguramente pensando en el cheque que van a recibir a cambio), entre muchos otros. Pero esos actores destilan glamour, independencia, belleza, caracter, estilo... Cualidades con las que las marcas quieren asociarse y que los consumidores reconocen. ¿Pero qué imagen tiene asociada Bertín Osborne con la que nadie pueda querer asociarse? Sólo de recordar aquellos programas como Contacto con tacto o Lluvia de estrellas se me revuelve el estómago.
De todas formas leo en un artículo que actualmente los anuncios protagonizados por estrellas tienen una efectividad igual o menor incluso a los anuncios anónimos. En la era de las redes sociales, tiene más incluencia lo que te aconseja un conocido que lo que prescribe un personaje conocido. El boca-oreja funciona más que nunca. Bueno, en este caso sería el teclado-pantalla. Así que es posible se les esté acabando el chollo a los artistas.
En el caso de Bertín Osborne, me da que este es un producto de una línea de productos que él mismo ha sacado al mercado y ha considerado que su imagen todavía vende...
En fin, para que no se diga que lo único que me gusta es de criticar, admito que, una vez superada la repulsión inicial, el dichoso gazpacho aliñado con los truquis de Demetrius no estaba mal del todo. No en vano está hecho con aceite de El Molino de Bertín. Menos mal que lo indican porque yo estaba ya con un nosequé en el cuerpo. 


Si es que el pobre Bertín no debe dar a basto, entre el molino de aceite, la huerta y más cosas con las que seguro nos sorprende en el futuro. ¡Todo el día corriendo de un lado pa otro!

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