30 ago 2011

Lanvin - Otoño 2011

Presentamos otro anuncio de una marca de alta costura, a ver si subimos un poco el nivel de este infame sitio (tarea harto difícil, la verdad)

¿Quien dijo que la moda era aburrida y distante? Que se lo digan a Lavin, que rompe moldes con este spot de su colección para este otoño-invierno 2011. Presenta sus prendas glamourosas y de corte exquisito al ritmo ramplón y divertido de Pitbull. Spot que arriesga y rompe tópicos donde las y los modelos, exquisitamente vestidos, eso sí, se sueltan el pelo en tontorronas coreografías.

Curiosamente está dirigido por Steven Meisel, el mismo que dirigió el de Prada, del que ya hablamos aquí en su momento. Viendo los dos comerciales, totalmente opuestos, una no puede dejar de preguntarse con cuál de los dos se divirtío más el afamado fotógrafo.

Nota: el señor gordito que sale al final marcándose unos pasos y acaparando protagonismo no es otro que Alber Elbaz, director creativo de la firma.

Sin lugar a dudas, es el anuncio de una marca de moda de lujo más divertido.

   



28 ago 2011

El arte del masaje anal


Estos gays no saben lo que inventar.


Yo no tengo nada en contra de ellos, porque yo me considero una mujer moderna, "open mind" como dirían algunos. Pero, hay cosas, que no las llego a entender. Que no le veo yo sentido, vamos.


No se cómo, ni dónde ni cuando, pero ayer a las seis de la tarde llegó a mi cuenta de Hotmail una propaganda de un curso de masaje. Y el masaje como ya os estaréis suponiendo por el título del post no se trata de otro que de un masaje anal.


A mí que me toquen el clítoris, para que nos vamos a engañar, cierto gusto me da, pero otra cosa es que me metan el dedo en el culo, y encima que te cobren 300 euros por ello. Es que me parece hasta antihigiénico, fíjate tú. Bueno, dicen que te enseñan consejos de limpieza, pero es que eso todo el mundo lo sabe. Si tienes bidé pues agua y jabón y si no, pues las toallitas del mercadona, que son muy económicas y te dejan un perfume muy agradable.


También dicen que puedes explorar tu conexión emocional con el ano… pero es que por muy pasiva que seas, ¿hay conexión emocional con eso?


Y hablan del ano como de la cueva del placer. Digo yo que lo de cueva será porque a algunos le debe de caber toda una familia de osos hibernando.


Encima y para facilitar todo, el curso te lo dan en alemán o en inglés.


Y dicen que éste es un taller básico, o sea, que habrá uno de perfeccionamiento.


27 ago 2011

El cubata de las ocho



Cubata: nombre coloquial con el que en España se denomina al cocktail cubalibre. El cubata clásico se preprara en un vaso largo, al que se le añaden dos o tres cubitos de hielo. Se vierten 42 ml de ron añejo y se termina de completar con refresco de cola bien frío. Finalmente se añaden unas gotas de limón y se adorna con una rodaja del mismo cítrico.

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Reconozco que mientras subía en ascensor me temblaban las piernas. Estaba nervioso, sí, por varios motivos. Hacía mucho tiempo que no veía a Magda, quizás más de diez años. Tras la muerte de mi padre ella había insistido en que no perdiéramos el contacto, pero la verdad es que nos fuimos distanciando por desgana mía. Magda había sido la mujer de mi padre. Mejor dicho, había sido la mujer por la cual mi padre había abandonado a mi madre. Siempre se había portado bien conmigo y con mis hermanas, a pesar de lo cual me provocaba sentimientos encontrados. Aquello había sucedido hacía mil años, pero cuando mi prima Bea me llamó para decirme que Magda (la tía Magda, la llamaba ella) estaba enferma, que se estaba muriendo, todas esas emociones sepultadas bajo lustros y lustros de polvo y recuerdos volvieron a aflorar intactas. Me gustaría despedirme de ti, me había dicho textualmente el día que reuní el valor suficiente para llamarla. No hablaba muy bien y a veces costaba entenderla, pero esa frase la comprendí perfectamente. No, no podía negarme. Se lo debía a ella, se lo debía a la memoría de mi padre. Y me lo debía a mi también.

Magda tenía una variante de ELA muy agresiva. Yo no sabía nada de esa enfermedad, pero lo que leí en internet me encogió el corazón. Magda había sido una mujer muy guapa, muy vistosa, con unos grandes ojos verdes y una amplia sonrisa llena de dientes. También era muy dinámica y derrochaba energía. Yo la recordaba llevando troncos del garaje a la chimenea, lavando el todoterreno hasta dejarlo como la patena o bailando animadamente en las fiestas del pueblo al que mi padre y ella se fueron a vivir. Me horrorizaba lo que me podía encontrar, la decrepitud, la miseria, la enfermedad... El sofocante calor de aquella tarde de finales de agosto tampoco ayudaba. La puerta del ascensor se abrió. Salí al corredor, tomé aire y llamé al timbre.

Magda estaba sentada en un sillón, varios almohadones la mantenían erguida. Sus manos descansaban inertes sobre las piernas. Conservaba aún cierta dignidad aunque no podía mover de cuello para abajo y se veía obligada a pedir ayuda para cualquier cosa. Le costaba respirar y hablaba con cierta dificultad. Aún así tenía mucho mejor aspecto de lo que yo esperaba. Tras el grueso cristal de sus gafas percibí el brillo vital de aquellos ojos verdes que un día cautivaron a mi padre. Mi niño, mi niño me dijo con emoción. Su sonrisa llena de dientes era la de siempre, franca y excesiva. Yo le había llevado un ramo de flores que utilicé aquellos primeros instantes para romper el hielo, más por calmarme yo que por otra cosa. Vilma, una de las hijas que había tenido de un matrimonio anterior, estaba allí con ella cuidándola. Nos saludamos emocionados. Estaba más gorda, mucho más gorda. Yo más calvo, mucho más calvo. ¿Cuánto hacía que no nos veíamos Vilma y yo? Casi 15 años, desde el día que esparcimos las cenizas de mi padre por la montaña. Toda una vida.

Hablamos de vaguedades. Del calor, del trabajo, de cómo estaba la familia. Cosas de esas. Me alegró constatar que en esencia Magda era la misma; lo sabía todo sobre el tema que trataramos, fuera cual fuera. Luego pasamos a recordar anécdotas. Magda reía y hacía un esfuerzo importante porque la entendiéramos. Las gafas de gruesos cristales le resbalaban por el puente de la nariz, y me pedía que se las subiera. Hablamos de su madre, que en octubre cumplirá 100 años. ¡Dios, 100 años! Y vive sola en su casa, con una señora que la ayuda, pero ella todavía se vale. Lo que peor me sabe es que mi madre va a enterrar a un segundo hijo, me comentó. El hermano pequeño de Magda murió hace unos años de cáncer.

Al avanzar la tarde Magda señaló un grueso carpesano que había sobre la mesa junto a ella. Es para ti, me dijo. Lo cogí. Pesaba bastante y al abrirlo, me emocioné. Era un álbum con fotos de mi padre, fotos de toda su vida. La comunión, la mili, los amigos, la facultad, mi madre, la boda, los abuelos, los viajes, mis hermanas, yo, la madurez... Toda su vida resumida en un centenar de imágenes. Tengo pocas fotos de mi padre y aquel álbum me lo hizo evocarlo internsamente. Mi pobre padre nunca fue muy fotogénico y sus retratos, algunos ridículos, me hacían reir y llorar al mismo tiempo. Fue un bonito regalo. Las últimas hojas del álbum contenían las fotos de una fiesta de cumpleaños a la que acudimos todos juntos. Era la fiesta del 50 aniversario que un amigo mío celebró por todo lo alto y a la que también invitó a mi padre y su mujer. Juan y mi padre se había conocido a través mío por aquellas cosas del destino. Para mi fue muy bonito tenerlos a los dos juntos. Recordamos entonces uno de los pasajes más importantes de mi vida: cuando le dije a mi padre que era homosexual. Magda se había dado cuenta de mi tendencia sexual, no en vano Vilma, su hija, es lesbiana y ya se había tenido que enfrentar al tema. Mi padre no se lo imaginaba de mí, o no quería ni imaginarlo. Yo tenía todavía 17 años y por aquel entonces las cosas no eran tan explicitas y abiertas como son ahora. Magda me apoyó. Mi padre tardó un año en asumirlo, pero luego, curiosamente, aquella dolorosa confidencia nos unió mucho. Cuando murió, mis hermanas sintieron que les quedaban muchas cosas que decirle a mi padre. Yo no tuve esa sensación. Siempre le agradeceré el esfuerzo que hizo por superar sus prejuicios y comprenderme. Gracias, papá.

Entre anecdotas y emociones dieron las ocho. Magda reclamó la medicina con vehemencia. Yo creí que pedía el tratamiento de verdad, pero Vilma se presentó con un generoso cubata para su madre y otro para ella. Es lo único que realmente me hace sentir mejor, me dijo mirando el combinado con avidez. Recordé que mi padre y ella siempre tomaban un cubata (o dos), al caer la tarde. Vilma colocó el cubata sobre la mesa, al lado de su madre, de manera que moviendo el cuello ésta pudiera chupar de la pajita. Luego le puso un trapo cubriéndole el pecho. ¿Quieres uno?, me preguntó. ¿Quién era yo para romper aquella tradición familiar? Acepté la oferta. No suelo beber y detesto especialmente el ron con cocacola, pero aquella ocasión era especial. No lo carges mucho, que voy en moto, dije.

Magda pegó un buen trago y suspiró. Este es el mejor momento del día, dijo. El único bueno, en realidad. A mi padre y a ella les gustaba bastante beber, para que lo voy a negar. Nunca los vi ebrios, pero sí más contentillos de la cuenta. Con los ánimos templados y la lengua más suelta Magda me explicó lo duro de su existencia, la rabia de sentirse completamente impotente y las ganas que tenía de morir. No podía hacer nada, ni siquiera cambiar el canal de la televisión con el mando sin la ayuda de alguien. Dormía muy mal, medio incorporada en una cama llena de cojines y le costaba respirar. Había hecho el testamento vital y además se había puesto en contacto con una organización médica que ayuda a morir dignamente. Llegado el momento la sedarían de manera que su marcha fuera tranquila y apacible. No me da miedo morir, me dijo. No tragaba bien, un hilillo de cubata resbaló de la comisura de sus labios y fue a parar al trapo que cubría su pecho. ¿Qué se puede decir ante una afirmación así? Yo di un trago del mío, e insistí que la veía bastante bien, sobretodo de ánimo. Magda rió y negó con la cabeza. Estaba animada porque la había ido a ver y porque era fuerte de espíritu. Eso nadie se lo negaba. Pero sus días eran largos y penosos y todo lo que tenía que hacer en la vida, lo había hecho ya. Su única pena era no poder ver crecer a sus nietos y educarles frente a los excesos y mimos con los que les agasajaban sus padres. Magda había estudiado magisterio y al parecer todavía latía en su interior el espíritu de la docencia. Pero las cosas son así, dijo. Y volvió a dar otro trago del que se le escapó otro hilillo. No llegaría a la próxima navidad. Cada vez le costaba más respirar, en breve necesitaría ayuda y no la quería. Nada de tubos ni de sondas, dijo. Por lo menos no tenía dolores, si no ya habría acabado con todo... Menos de cuatro meses. Sentí un vértigo en la boca del estómago, y no era por el cubata.

Reconozco que me aterra la muerte. Como decía Woody Allen, estoy muy en contra de la muerte. Un día saldrá el sol y yo no lo veré... Supongo que se trata de algo de egocentrismo mal entendido, de pensar que todo pasa a traves de uno mismo, cuando en el fondo no somos nada...

Me acabé el cubata cuando el sol se ponía tras los edificios. El cielo cambiaba de celeste a añil rápidamente y los ruidos de la calle eran menos estridentes. Todo empezaba a languidecer. Me despedí de Magda. La abracé durante algunos largos segundos y prometí volver a verla. Vilma me acompañó hasta el ascensor. Me comentó que en general lo llevaba bien. Le había costado asumir la enfermedad de su madre pero ahora ya estaba muy mentalizada. La crítica situación que les había tocado vivir le había hecho aprender mucho de si misma. Aún así a veces el ambiente era tan intenso que necesitaba escaparse un par o tres de horas.

En la calle seguía haciendo bochorno. Cóloque la bolsa con el album de fotos entre mis piernas, y me puse el casco. De regreso a casa, conduciendo la moto por las calles de la ciudad, se me escaparon algunas lágrimas. Por Madga, por mi padre, por mi... Y por el efecto del ron en mi estómago vacío.

24 ago 2011

Aomame vs Salander

Mientras me sumergía en las profundidades de 1Q84, en aquellos pasajes de la novela dedicados a Aomame, me venía a la memoria otro personaje de ficción: Lisbeth Salander. ¿Pueden asemejarse una sueca y una japonesa? Eso parece. Las heroínas creadas por Murakami y Larsson respectivamente guardan muchas similitudes. La principal es que las dos mujeres sienten autentico odio hacia los maltratadores. Y esa es una de las fuerzas motoras de las obras que protagonizan. Pero hay más.

·Aomame y Salander son dos heroínas modernas, consideradas por algunos como la nueva cara del feminismo.

·Ambas llevan a sus espaldas el peso de sendas trilogías: 1Q84 y Millennium respectivamente.

·Las dos han tenido una infancia complicada.

·Son frías y calculadoras y no temen ejercer la violencia.

·Son mujeres de pocas palabras.

·No tienen apenas amigos.

·No acaban de encajar en la sociedad.

·Ambas son estilizadas y atléticas.

·Tienen actitudes y comportamientos autodestructivos.

·Tienen percepciones de la realidad un tanto peculiares / distorsionadas.

·Son sexualmente activas y con tendencias bisexuales mas o menos acusadas.

También tienen diferencias, por supuesto. Las más marcadas hacen referencia al carácter refinado de Aomame por el más brusco de Salander, además de las derivadas de las diferentes épocas en las que viven (1984 Aomame por 2005 Salander).

·A Aomame le gusta la ropa de marca mientras que Salander cultiva una estética punk, basada en tatuajes, piercings, cazadoras de cuero y color negro.

·La japonesa se acerca al ideario romántico: su existencia está marcada por un amor platónico y juega con la idea del suicidio. La sueca es una superviviente nata y no está para romances.

Hay muchas más, tanto similitudes como diferencias, pero resulta sumamente curioso que dos de los best sellers más destacadas de los últimos años, escritos por autores tan diferentes tanto en estilo, como en cultura y orígenes, tengan protagonistas tan similares.

Aomame y Lisbeth Salander están llamadas a convertirse en arquetipos del thriller moderno.

21 ago 2011

Cabreada como una mona

A finales de primavera Minute Maid, marca de zumos de Coca Cola, lanzó un nuevo refresco comercializado bajo el rimbombante nombre de Limón & Nada.


Hicieron una gran campaña publicitaria de lanzamiento a principio de verano y se puede encontrar en todos las grandes superficies y tiendas de alimentación.
Lo que llama mi atención es un lema a pie de botella de este refresco llamado Limón & Nada.


Limón & Nada tiene un 13,5 % de limón. ¿Entonces, que es el 86,5 % restante? ¿Nada?
También indica la botella que dicho refresco no contiene conservantes. Si leemos la composición de producto nos encontramos lo siguiente:




Si el antioxidante ácido ascórbico no es un conservante, que venga Dios y lo vea.

Lo que me indigna del caso no es la poca cantidad de zumo que lleva el refresco. En general las bebidas en base de zumos (Fanta, Kas, Trina, Schweppes, etc...) llevan alrededor del 6% de fruta. Lo que me cabrea de verdad es la desfachatez de la empresa que lo ha creado que lo ha llamado Limón & Nada, cuando lo que menos tiene es zumo de limón. Y ni siquiera exprimido si no en base a concentrado.
Lo podrían haber llamado Summer Lemon, Tr@xxis o Pis de Mona (el sabor es idéntico, lo digo por experiencia propia). Pero no. Con una desfachatez y cara dura monumental decidieron llamarle Limón & Nada porque, evidentemente suena más impactante. Y como los consumidores somos gilipollas...

No voy a montar un número por un puto refresco. Lo que me ha impulsado a escribir este post es que esto es un ejemplo de como funcionan las cosas. Entre las grandes corporaciones y los políticos nos van jodiendo. Nos mantienen con las necesidades mínimas cubiertas y fomentan el fútbol para que nos desahogemos. En el fútbol volcamos nuestra rabia y nuestras frustraciones. Como en la arena los romanos. Y nosotros vamos tragando y tragando y tragando...
Aunque soy absolutamente pacifica y estoy en contra de las guerras, cada día tengo más claro que hace falta una revolución. Pero una de verdad, como la francesa, con sangre de por medio, y no la pantomima esa de los indignados de la Plaza del Sol y Plaza Catalunya.
Mientras tanto, seguiremos tragando, pagando a los bancos para salir de la crisis en la que ellos nos metieron y bebiendo refrescos con solo el 13,5 % de zumo. Somos gilipollas: estoy segura que Limón & Nada se vende muy bien.

19 ago 2011

Prada Otoño - Invierno 2011

Y ahora unas notas de elegancia y sofisticación como contrapunto a la vulgaridad reinante en este blog.
La firma italiana Prada presenta su coleción de mujer otoño - invierno con este inquietante comercial.




Frida Gustavsson, Kelly Mittendorf y Julia Zimmer pálidas y estilosas fashión-zombies nos muestran prendas de la colección con una calma densa. Genial la banda sonora. El spot ha sido dirigido por Steven Meisel, gurú de la fotografía y artífice de algunas de las portadas más sonadas de Vogue.
A destacar: esas gigantescas gafas de sol y los sofisticados casquetes sesenteros que Miuccia propone para este invierno.
Ya sabes, en tiendas Prada... Si tu tarjeta de crédito te lo permite.

18 ago 2011

Yoü and I

Sí, otro video de Lady Gaga. Y van nosecuantos este año.
Yo no sé mucho de márketing, pero esta chica debería dosificarse un poco o va a acabar quemándose. Me cae bien y algunas de sus canciones me gustan, pero es un hecho que sus últimos vídeos no tienen tantas visitas como los anteriores...




Yoü and I es una canción mala (y larga) de cojones, pero nos van a machacar con ella hasta la saciedad así que mejor nos vamos acostumbrando.
Tras The Edge of Glory, donde se mostraba más "comedida", aquí vuelve a hacer gala de los tics que la han llevado a convertirse en la cantante pop más famosa del momento. A saber: modelitos más que extravagantes, coreografías vistosas, muchas dosis frikismo y una gran puesta en escena.
Como novedad, en algunas escenas aparece casi sin maquillaje, mostrando su rostro tal cual es. Y para eso sí que se necesita valor.

Hasta en la sopa

Si es que cuando uno es creativo, es creativo en todos lados. Incluso en el súper.
Ayer a última hora envié a mi querido Demetrius a por algo de fruta para cenar y un brick de leche para el cortado del desayuno. Fruta y leche, sencillo, ¿no? La verdad es que no se de qué me sorprendo. Dejar a Demetrius suelto en un súpermercado es más peligroso que soltar a Imelda Marcos en el outlet de Charles Jourdan.
Volvió al cabo de una hora con un par de bolsas repletas de viandas que en ese momento consideró imprescindibles en cualquier hogar que se precie. Lo de los Burmar Flash me hizo gracia. Lo de la harina de mandioca (por si algún día hacemos panqueques ¿¿??), vale. Las tres botellas de limonada de marcas diferentes, de acuerdo. E incluso me mostré comprensivo cuando sacó media docena de kefirs de aspecto repulsivo y que irán directos a la basura tal como han entrado en la nevera dentro de unos meses. Cuando le pregunté por la leche se llevó la mano a la frente y se disculpó.
-¡Ostras, la leche! Es verdad, lo siento. Pero mira que he traído-, añadió pizpireto mientras rebuscaba en el fondo de la bolsa reutilizable. Entonces sacó esto.


Debo admitir que la capacidad de sorprenderme que tiene Demetrius parece inagotable. Supongo que ese es uno de sus atractivos.
-¿Es cachondo, verdad?-, comentó entusiasmado.
A mi me pareció de una vulgaridad insufrible y fuera absolutamente de lugar en mi cocina de diseño. Pero no se lo comenté, a fin de cuenta tampoco lo iba a entender.
-¿No querrás que moje el croisant en eso para desayunar?- pregunté indignado.
-A ver si está bueno-, añadió sin hacerme mucho caso mientras servía dos tazas.
La verdad es que a veces esto de la mercadotécnia se me escapa. ¿Realmente un gazpacho se va a vender más si lleva asociada la imagen de un personaje como Bertín Osborne? Sí, vale, en el caso de Demetrius funcionó. Pero Demetrius es un shopaholic de productos de alimentación. Hace un par de meses se presentó con una botella de Licor Naranjito de esas con forma de Península Ibérica (no me preguntéis de donde la sacó). ¡Y pretendía que nos la bebiéramos! En fin, volviéndo a lo nuestro, nosotros no somos público objetivo de ese producto (al gazpacho me refiero). Este artículo va destinado al ama de casa de toda la vida. Esa que se estremecía cuando Bertín Osborne cantaba aquello de Buenas noches, señora, buenas noches, señora. ¡Hasta la vistaaaaa!
Es habitual que los actores y cantantes cedan su imagen a marcas comerciales. Scarlett Johannson anuncia Moet y Mango. A George Clonney le va Nesspreso y Hugh Laurie (Dr. House) y Uma Thurman se ponen cachondos anunciando Schweppes (seguramente pensando en el cheque que van a recibir a cambio), entre muchos otros. Pero esos actores destilan glamour, independencia, belleza, caracter, estilo... Cualidades con las que las marcas quieren asociarse y que los consumidores reconocen. ¿Pero qué imagen tiene asociada Bertín Osborne con la que nadie pueda querer asociarse? Sólo de recordar aquellos programas como Contacto con tacto o Lluvia de estrellas se me revuelve el estómago.
De todas formas leo en un artículo que actualmente los anuncios protagonizados por estrellas tienen una efectividad igual o menor incluso a los anuncios anónimos. En la era de las redes sociales, tiene más incluencia lo que te aconseja un conocido que lo que prescribe un personaje conocido. El boca-oreja funciona más que nunca. Bueno, en este caso sería el teclado-pantalla. Así que es posible se les esté acabando el chollo a los artistas.
En el caso de Bertín Osborne, me da que este es un producto de una línea de productos que él mismo ha sacado al mercado y ha considerado que su imagen todavía vende...
En fin, para que no se diga que lo único que me gusta es de criticar, admito que, una vez superada la repulsión inicial, el dichoso gazpacho aliñado con los truquis de Demetrius no estaba mal del todo. No en vano está hecho con aceite de El Molino de Bertín. Menos mal que lo indican porque yo estaba ya con un nosequé en el cuerpo. 


Si es que el pobre Bertín no debe dar a basto, entre el molino de aceite, la huerta y más cosas con las que seguro nos sorprende en el futuro. ¡Todo el día corriendo de un lado pa otro!

14 ago 2011

La playa más marica 2


Hace cuestión de un año un servidor escribió un alegre post en este blog de tres al cuarto titulado La Playa más marica. Hacía referencia a Balmins, la playa nudista de Sitges. Para sorpresa de todos, incluida la mía, ese post se ha convertido en el más visitado de todos los aquí escritos y con diferencia. Sí, la cosa es preocupante y dice muy poco del contenido del blog, de la calidad de los redactores y del criterio de nuestros lectores, la verdad.
En fin, como si de una productora de cine de pacotilla se tratara, Madame Chita me pidió (me exigió, sería más exacto decir) que escribiera la segunda parte de dicho post. Osease, La playa más marica 2. ¡Qué cutre! Me negué por supuesto, pero ante su insistencia (y amenazas), no me ha quedado más remedio que obedecer. Y como esta mañana me he levantado algo bucólico y nostálgico, me he puesto manos a la obra.
Descubrí Balmins hará como 20 años, cuando alquilé una habitación en el piso que tenía un amigo cerca de la playa de Sant Sebastiá. Por aquel entonces Balmins era una playa tranquila, alejada del centro de Sitges que casi nadie visitaba y a todo el mundo le traía al pairo. Sin ser una playa expresamente naturistas, se podía hacer nudismo sin que nadie te incordiara. Y donde hay nudismo, hay mariconeo. Ya se sabe que a los gays nos va mucho esto de sentirnos en comunión con la naturaleza y disfrutar de nuestros cuerpos al sol tal como nos trajeron al mundo, etc., etc. Por aquel entonces la playa de ambiente por excelencia de la zona era la del Muerto, mucho más alejada todavía pero precedida por un bosquecillo en el que se solían organizar algunas bacanales dignas de mención. Ir a La Playa del Muerto suponía toda una aventura, el trayecto duraba más de una hora si se te ocurría ir andando. Si ibas en coche, tenías que dejarlo aparcado en l'Atlántida tras lo cual debías subir y bajar varias cuestas y luego recorrer las vías del tren durante unos metros. Era un tramo muy peligroso porque el tren salía de un túnel en curva lo que dificultaba mucho la visibilidad. Desconozco cómo será el acceso actual, pero por aquella época no había verano que alguna gay despistada con su walkman a todo volumen muriera arrollada en su peregrinación a la mítica playa (y bosquecillo).
El acceso a Balmins era mucho menos peligroso pero para nada esa especie de autopista en bajada con el que cuenta ahora. Había que dejar la carretera, coger un sendero de cabras que te dejaba en la playa y saltar desde una roca a la arena. Dicho así quizás suena muy grandilocuente, pero la verdad es que el trayecto no te llevaba más de cinco minutos. El máximo riesgo al que uno se exponía era que te torcieras un pie o se te desmontara el conjunto playero con el que con tanto esmero te habías acicalado si caías con poca gracia. Por aquel entonces no había ni chiringuito, ni duchas, ni socorrista ni nada de nada. Recuerdo que una tarde en la que el mar estaba revuelto un amigo y yo nos fuimos a bañar y jugar con las olas como dos quinceañeras. Nos alejamos un poco, pero sin dejar nunca de hacer pie. Pues bien, nos las vimos y nos las deseamos para volver a la orilla. De echo un grupo de bañistas estaban ya avisando a la Cruz Roja de tan mal que nos veían. ¡Vaya susto!
Poco a poco Balmins fue haciéndose más conocida. Ante la falta de aparcamiento, la gente empezó a dejar el coche en la ladera que queda sobre la playa. Yo he visto con mis propios ojos dos coches que habían caído montaña abajo. Uno, una pequeña furgoneta roja aparcada en las inmediaciones del cementerio, que fue a parar directamente al mar, con el morro encajado entre las rocas sufriendo el envite de las olas, y el culo alzado orgullosamente al viento. La policía acordonó el auto y prohibió que nadie se acercara. ¿Prohibiciones a nosotr@s? El coche se convirtió en la atracción de la playa durante los días que estuvo allí varado. Todos fuimos hasta allí a hacernos la foto de rigor e incluso los más osados se metieron dentro. Ya se sabe que los gays, acostumbrados a los sinsabores de la vida, hacemos de cualquier acontecimiento una fiesta. Otra vez, un utilitario blanco bajó rodando hasta la arena, con el peligro que eso conllevaba. Menos mal que ocurrió muy a primera hora y no hubo que lamentar desgracias personales. Uno más estuvo a punto de caer con lo que se montó un follón importante. La policía desalojó la playa, hizo sacar todos los coches de la ladera para que la grúa pudiera entrar y llevarse el auto cuyo morro asomaba peligrosamente sobre el pequeño acantilado que daba a la arena. Tras esos sustos las autoridades empezaron a ordenar un poco los accesos y zonas de aparcamiento.
Balmins aspiraba a las banderas azules que otorga la Unión Europea, por lo cual mejoró los accesos, puso duchas, lavabos y socorrista. Y chiringuito. El primer chiringuito no era más que una caseta prefabricada donde se servía refrescos tibios y helados medio deshechos. Nada que ver con la edificación de madera de hoy en día, con terraza toldos, sillas, mesas, sofas, tele panorámica, puffs, cockteles y chill out. Y a medida que la playa se iba llenado de hamacas y sombrillas, los carcas vecinos de Aiguadolç comenzaron a poner denuncias. Consideraron que tanta gente en bolas era una inmoralidad y un peligro. Alegaban además que en la playa se practicaba sexo a la luz del día y se consumían drogas y no sé cuántas tonterías más. Os aseguro que en todos los años que llevo yendo a Balmins jamás he visto a nadie practicar sexo a pie de mar. He visto besos, arrumacos, caricias y carantoñas pero tanto entre parejas gays como heteroresxuales. Nada del otro mundo. Pero el ayuntamiento CIU de aquel entonces decidió tomar cartas en el asunto. Quería borrar de Sitges la imagen de destino gay para centrarse en el mucho más políticamente correcto turismo familiar. (Y digo yo: ¿no hay sitio para todos? ¿Acaso uno es excluyente del otro?). Fue una época en la que hubieron manifestaciones en pro y en contra del turismo marica. Nosotros fuimos a ambas. A la primera para apoyar la causa. A la segunda, para tomar nota de los asistentes, entre ellos propietarios de comercios y establecimientos donde nuestro dinero rosa no era bien recibido. Y tomamos buena cuenta. Aún hoy en día hay tiendas del pueblo donde no entro ni me que me caiga muerto de sed. Mientras tanto por Balmins hacía acto de presencia asiduamente la Guardia Urbana pidiendo la documentación a todo el mundo que iba desnudo y poniendo multas a diestro y siniestro. No, no estoy hablando de la época de Franco, no. Esto ocurría a finales de los 90. Los vecinos de Aiguadolç avisaron también a las televisiones, que por supuesto se hicieron eco de la conflictiva playa nudista y la sacaron la noticia en sus telediarios. Un amigo mostró, sin pretenderlo su trasero a toda España. Al día siguiente todos los pajilleros de la comarca y alrededores estaban allí, en la cornisa sobre la playa de Balmins (no sólo debido al culo de mi amigo).
De unos años a esta parte los ánimos se han calmado, gracias al parecer a la intermediación de la Associación de Amigos de Balmins que mediante el dialogo se puso de acuerdo con el ayuntamiento y los vecinos. La verdad es que Balmins es una playa muy peculiar. De dimensiones más bien pequeñas, tiene dos zonas. La norte donde se concentran las familias y la sur, donde están los gays. Hay gente en bañador y gente desnuda tanto en un lado como en el otro, todos conviviendo con la mayor normalidad. Y es que lo natural es que cada uno vaya como mejor le parezca. También es cierto que de un tiempo a esta parte la zona gay ha crecido de modo exponencial y abarca casi toda la playa. Allí nos juntamos los de siempre con las Osas Mayores, las Reinas de la Noche y las Princesas Durmientes luciendo lorzas y gafas de sol, además de las familias, los matrimonios con niños, los abuelos naturistas, los supuestamente despistados y demás fauna variopinta, todos en paz y harmonía.
En fin, Balmins no es lo que era. Pero ya lo dice el filósofo: ningún tiempo pasado fue mejor, así que no nos queda más que sonreír a los nuevos tiempos y dar la bienvenida a la masificación, a los carteristas, a los señores luciendo princes albert y cock rings desproporcionados y fuera de lugar y las fiestas playeras que están al caer de la mano del Circuit de turno. En fin, supongo que serán cosas del progreso, pero yo la prefería un poco más salvaje, sin chiringuito ni osas. Será que hoy estoy nostálgico.


12 ago 2011

Super 8


En la película El Lado Oscuro del Corazón, a Oliverio le traía sin cuidado que una mujer fuera poco agraciada o poco ducha en las artes amatorias, lo que no perdonaba era que no supiera volar.
Con el cine a mi me pasa lo mismo. No me importa demasiado el género ni, la nacionalidad, ni la época. Lo que no le perdono a una peli es que no me levante del asiento de la platea y me haga soñar. Y de un tiempo a esta parte, pocos, muy pocos filmes lo han conseguido. Seguramente es que me estoy haciendo mayor.

Super 8 ha sido lanzada con el objetivo de convertirse en el megataquillazo del verano. No en vano está apadrinada por los dos reyes actuales de Hollywood: Steven Spielberg y J.J. Abrams. En los USA no ha funcionado mal, pero ha quedado lejos de los primeros puestos del ranking, ocupados por Harry Potter y las soporíferas reliquias chiripitiflauticas, Transexualformers 3 y algún otro bodrio más absolutamente olvidable. Y, por supuesto, muy lejos de la recaudación que la Fox y la Paramount esperaban. No en vano Súper 8 es bastante mala. (No es que las otras sean mejores, que no lo son, pero como película, hablando de cine, de Súper 8 se esperaba más, por lo que resulta más decepcionante).

El punto de partida de la película suena muy sugerente. Un ejercicio de nostalgia, evocando las cursis pelis de Spielberg de los años 80, mezclado con las dosis de misterio y desconcierto a las que J.J. Abrams nos tiene acostumbrados. La verdad es que la parte Spielbergiana del film está conseguida: muy bien rodada, escenas de acción apabullantes, preadolescentes muy blancos con problemas de una ñoñez insufrible, los adultos como amenaza, los buenos son muy buenos, los malos son muy malos, la familia como solución de todo... Hay infinidad de referencias al Rey Midas de Hollywood, tanto en lo conceptual como en lo visual. Incluso la banda sonora suena a ET. Y todo eso sería más o menos soportable si la parte del misterio y desconcierto estuviera bien llevada y sirviera de contrapunto. Pero para nada. A partir de la escena del accidente de tren, la peli empieza a ir cuesta abajo hasta caer en picado y sin frenos. Todo es predecible, no hay nada nuevo ni original en Super 8. El extraterrestre -muy dosificado con la intención de crear suspense-, no es más que un poco imaginativo ET con cuerpo de araña. Y al igual que ET tiene hambre y quiere volver a su casa. El momento del clímax de la peli, el enfrentamiento entre el extraterrestre y el niño protagonista en la cueva subterranea, es tan absurdo que da risa. Y el final, decepcionante. Sí, el niño consigue superar la muerte de su madre, pero la verdad, ¿a quién le importe eso? Y ese es el problema: cuando lo que le sucede a los protagonistas te importa poco, la peli no funciona. Ya puede estar apatrinada por los nombres más prestigiosos y contar con el presupuesto más holgado. Ni miedo, ni suspense, ni misterio ni nada de nada.
Super 8 no me elevó de la butaca ni me hizo soñar. Para eso mejor verla en el sofá de casa un mediodía de esos mientras se duerme la siesta.


11 ago 2011

Carra Superstar


Sube el volumen de tus altavoces porque esta es definitivamente la canción del verano.




El que sale en el video junto a la Carra -fantástica a sus casi 70 primaveras, esclava de su mediamelenita rubia tan característica- no es Rafael Amargo, es Bob Sinclar -que no Sinclair-, el famoso Dj que ha hecho la remezcla del hit de los 70's Far l'amore (en español, En el amor todo es empezar) de la diva italiana.

7 ago 2011

Cuando España era moderna 5. Operación Cabaretera





Jaula de oro qué ilusión,
Jaula de oro qué placer,
Jaula de oro lo logré,
Parecer una yeyé...


Cuando yo soy joven yo también quiero ser yeyé. Pero nunca logro ser tan moderna como
Grasita Morales und José Luís Lópes Vázques.
Ella baila muy bien y canta estupendo. Y lleva un medias de muy buena calidad, muy tupidas, como gustan a mi prima Angela. Y él lleva bonita bisoñé. Yo digo a Klaus para que compre bisoñé igual, seguro que está muy guapo. Pero Klaus es muy antiguo.


Son muy graciosos y película es muy divertida y muy moderna.
¡Ay! Ya no hacen películas así en España...