8 feb 2011

Orgullo y prejuicio y zombis


Que los zombis están de moda es un hecho. No hay semana que no se estrene una película sobre muertos vivientes con mayor o menos gracia. Han desembarcado en la pequeña pantalla también con destacado éxito. El mundo del cómic hace años que se rindió a sus putrefactos encantos, y desde hace un par de años los descarados muertos vivientes están haciéndose un hueco incluso en los estantes de las librerías, sancta santorum de la cultura seria. !!!Dónde vamos a parar!!!
Hace tiempo que había visto Orgullo y prejuicio y zombis y reconozco que había llamado mi atención. Incluso llegué a ojearlo. La idea de la revisión del clásico de Jane Austen aderezada con zombis me parecía muy original y divertida como punto de partida, pero por otro lado estaba seguro que el desarrollo sería una solemne tontería. Hace unos días un buen amigo me la recomendó fervientemente, y decidí darle una oportunidad.
Me la tragué en menos una semana.

En Orgullo y Prejuicio y zombis la trama es exactamente la misma que en la novela en que se basa: el amor imposible entre Elizabeth Benet y el Sr. Darcy. Reconozco que me gusta Jane Austen. Me cautivan sus tramas románticas de pasiones no confesadas, el retrato que hace de la aristocracia campestre de la Inglaterra victoriana y sus heroínas independientes atrapadas en el corsé de la tradición. Pero en esta versión hay más. La Srta. Benet y sus hermanas son unas expertas en artes marciales que protegen la población de Meryton, donde viven, de la plaga de zombies que asola Inglaterra. Son expertas guerreras que fueron entrenadas en un templo shaolin de la China profunda durante años. Y entre fiesta y baile se dedican a entrenar en el dojo construido a tal efecto al lado de su casa. En una Inglaterra infestada por los inombrables, está muy bien considerado el conocimiento en las artes mortales tanto en hombres como en mujeres. Y las hermanas Benet, si bien carecen de fortuna personal, son famosas por su belleza y feminidad y sus dotes como guerreras.
En mi opinión, lejos de fundamentalismos literarios y tomando la obra como lo que es, un puro divertimento, puedo decir que Orgullo y prejuicio y zombis es una de las novelas más cachondas que he leído últimamente. Las licencias que se toma Seth Grahame Smith con las subtramas de los zombies está muy dosificadas y bien encajadas, haciéndola muy actual y acercándola a un público que seguramente jamás se interesaría de motu propio por la obra en la que se basa. Además las escenas añadidas con los no muertos aportan los momentos más divertidos, cuando no gamberros. Especialmente delirante es la visita que hace Elisabeth a su amiga Charlotte, recién casada con el Sr. Collins y secretamente aquejada de la plaga. La novela está también salpicada de pequeños detalles desconcertantes y macabros, como que el Sr. Darcy, el supuesto héroe romántico, le parta las piernas al Sr. Wickham y lo deje inválido y postrado en una cama portatil de por vida como castigo a su deleznable comportamiento.
Orgullo y prejuicio y zombis no aporta nada, ni hace reflexionar; pero es tremendamente divertida, lo cual es ya mucho hoy en día.

Tras la estela de esta novela se han publicado ya Sentido y sensibilidad y monstruos marinos cuyo trailer de promoción es muy gracioso.



Y Android Karenina, basada en la archifamosa novela de Leon Tolstoi: Anna Karenina. A nivel patrio, comentar que existe es el Quijote Z, en la que el Hidalgo de la triste figura es un famoso cazazombis.

1 feb 2011

Juguetes Reales

Mucha sangre azul y mucha tontería, pero en el fondo los reyes (y las reinas) tienen las mismas debilidades que el resto de los mortales, cuando no peores. (Anda que estoy ocurrente e incisivo yo hoy!!!).
En su libro de memorias Adiós a Hollywood con un beso, la maravillosa Anita Loos escribió la siguiente anécdota.

Alfonso XIII – ya derrocado rey de España y gran pornógrafo – estaba pasando una temporada en Hollywood, en la casa del actor Douglas Fairbanks quien, como excelente anfitrión, un día le preguntó:

Douglas Fairbanks: Majestad, ¿hay alguna estrella de Hollywood a quien desee conocer?

Alfonso XIII: ¡A Fatty Arbuckle!

Douglas Fairbanks: Mmmmm, vaya, Majestad. Me temo que eso no va a ser posible: desde que Fatty violó a aquella chica con una botella de champagne y le provocó una hemorragia de muerte (literal), Fatty no es – precisamente – un personaje popular en Hollywood.

Alfonso XIII: ¡Qué injusticia! Eso le podría haber pasado a cualquiera de nosotros.


Además de una total falta de sensibilidad por parte del ex monarca, esta anécdota muestra una de las facetas mas aireadas de Alfonso XIII: su gusto por el erotismo. Al parecer el abuelo de nuestro actual Don Juan Carlos tenía una importante colección de juguetes eróticos, abundantes fotografías e incluso películas pornográficas mudas. Había un estudio barcelonés que, por encargo del Conde de Romanones, realizaba cortos pornográficos para consumo real. Para ello los del estudio aprovechaban como modelos a las abundantes mujeres que ejercían la prostitución en el Barrio Chino de la Ciudad Condal por aquel entonces.
Y entre los objetos más apreciados por el monarca había una cama que mediante un sofisticado mecanismo se agitaba ella sola. Los amantes sólo debían tumbarse en la posición adecuada, accionar el mecanismo y dejarse llevar. Siempre me pregunté cómo debía funcionar dicho ingenio. Y cual no fue mi sorpresa al toparme el otro día con la versión siglo XXI del juguetito. Por tan sólo 2700 € de nada puedes darte este capricho. Llamadme anticuado, pero yo prefiero seguir utilizando el método tradicional, osease, bombeando a golpe de cadera. En mi humilde opinión sudar un poco es un gran aliciente en el juego erótico.
Así que estos caprichos reales no están hechos para mi; ¿será por eso que soy republicano convencido?